Luis Muñoz Cubillo, alias: Soto. Nacido en el año 2000 en Baena, Córdoba. Graduado en Cinematografía y Artes audiovisuales en Escuela TAI. Reside actualmente en Madrid. En 2020 rueda “El Cuento del Limonero”, un mediometraje estrenado en el Atlántida Film Festival donde ganó el premio a mejor película nacional. Sus películas se caracterizan por el uso de áreas rurales como telón de fondo. Interesado en modelos de producción descentralizados, filma sus películas impregnándolas de un aura de escapismo frente al frenesí urbano. Su obra aborda temas como la ausencia, la memoria y la deriva adolescente, impregnados de rastros de realismo mágico y fantasmagoría heredados de la literatura latinoamericana.
Alfredo Picazo es un cineasta nacido en Baena, Córdoba, en el año 2000. Estudió en la Escuela TAI en Madrid y se especializó en Dirección de Cine. Al mismo tiempo, también se formó como colorista y dirigió varios videoclips musicales. Trabajó como director de fotografía en ‘El Cuento del Limonero’ de Soto y también escribió y dirigió el cortometraje ‘Cuando se hundieron las formas puras’, libremente inspirado en la historia de Federico García Lorca durante la Guerra Civil Española. ‘Los restos del pasar’ es su ópera prima como director.
Filmografía:
· Los restos del pasar (largometraje, 2023, codirigido por Soto & Picazo)
· El Cuento del Limonero (mediometraje, 2021, dirigido por Soto, fotografía de Picazo)
· Sueños y Pan (largometraje universitario – proyecto de escuela, 2023, dirigido por Soto)
· Circo de Pulgas (cortometraje, 2022, dirigido por Soto)
· Cuando se hundieron las formas puras (cortometraje, 2021, dirigido por Picazo)
Nota de intención:
Tanto Alfredo como yo hemos sido criados en el seno del casco antiguo en la localidad de Baena, casas blancas con acera empedrada y luz solar que cruza los sinuosos rincones que lo conforman. Desde que nos tuvimos que ir a Madrid, hemos fabulado casi todas nuestras historias en estos lugares, y en nuestra moral cinematográfica se configura el objetivo de resignificar estos espacios, convertir las calles donde nos criamos en escenarios. Este interés quizás provenga de la fascinación visual que suscita el pueblo a nuestros ojos (y a los de cualquiera). Aunque también tener oportunidad de filmar los espacios donde de niño soñé con hacer películas llenaría el alma de cualquiera en esta circunstancia, al fin y al cabo, como dijo el poeta austriaco: «La verdadera patria del hombre es la infancia».
Repensando este concepto del lugar como escenario, nos vino a la mente un recuerdo lúcido: En un temprano abril, los abuelos y los nietos encalaban las fachadas de las casas del casco antiguo. Encalar era una acción recurrente en el hogar de cada uno, pero esta vez colectiva. Las paredes se volverían más blancas para recibir entre ellas el paso de las procesiones que se avecinaban. La Semana Santa en la localidad de Baena, es el acontecimiento más importante del año, y así todos la vivimos con entusiasmo.
Se preparan las túnicas, se destrenzan las colas, se tallan los cascos y aprietan los tambores todo para llenar de color y pena los sinuosos rincones que conforman nuestro pueblo. En una suerte de pieza teatral que escenifica la pasión de Cristo, desde el Domingo de Ramos, al de Resurrección, el pueblo también se convierte en escenario durante unos días.
En nuestra pretensión de simbiotizar escenario e infancia hicimos esta película desde los ojos de un niño. Un niño que comprende por primera vez el significado de la muerte, desde su fascinada mirada hacia las fúnebres figuras que se procesionan en las noches del viernes santo. Una carta a la infancia, a la tradición, a la artesanía local y a la identidad de una tierra como es Andalucía y un pueblo como es Baena.
